Transantiago II: crónica de un caos anunciado.

El noticiero principal del mediodía de hoy, de 45 minutos, ocupó 40 de ellos en cubrir las andanzas desafortunadas de los sufridos usuarios del Transantiago. Tal como anunciara en el posteo anterior. Ninguna novedad hasta aquí. El plan estrella del presidente Lagos empieza a sufrir los resquebrajamientos esperados. No hay que ser clarividente para saber que un esquema como el que se quiere implementar es imposible ponerlo en práctica bajo la modalidad de rompe y raja.

El pueblo chileno, hijo del rigor, como declaraba el Gurú, muy acostumbrado a la mediocridad generalizada, no es capaz de entender las sofisticadas variables de un modelo europeo. Las sutilezas necesarias para compenetrarse en el uso racional de este recurso, bajo las condiciones impuestas, escapan a su cotidiano intelecto. Ellos sí entienden que hay que luchar para subirse a un micro, que ir colgando es mejor que ir dentro, más fresco y con mejor vista, y que siempre queda la alternativa de subir por la puerta de atrás, sin pagar, claro está. Por ello, más barato. Ahora no se podrá hacer nada de esto, si es que logran subirse a uno de los nuevos vehículos. Pero eso es otro asunto. El sistema es perfecto, pero únicamente considera a los que se logran encaramar a uno de los buses troncales. El resto, aún no está contemplado por la autoridad en el proyecto global. Viene en la etapa siguiente que inaugurará la presidenta Bachelet en fecha por definir.

Menos todavía con los empresarios chilenos de la locomoción colectiva invitados a participar en este plan, más preocupados de averiguar cómo van en la parada antes de servir a los ciudadanos. Incomprensible que se permita que uno solo de ellos tenga el control del 40 % del sistema. Esta situación es de por sí un factor que deja a todo el conjunto bajo una vulnerabilidad inaceptable. Tanto como los contratos con el gas argentino.

Me imagino, sin ser ingeniero, que una radical modificación de un servicio tan importante como el transporte urbano de pasajeros podría haberse puesto en práctica en forma gradual. Primero una o dos secciones urbanas para ir incorporando el resto una vez que se entienda el concepto, se corrijan los problemas y se eduque progresivamente a la población, con Bam-Bam o sin él. O probar primero en una ciudad pequeña, donde el caos, de producirse, sería menor y más controlable. Eso es de sentido común, lamentablemente el menos común de los sentidos.

Sí le reconozco un mérito al esfuerzo de instalar a toda costa el sistema. Tratar de reconstruir el concepto de barrio. Será tan dificultoso desplazarse a través de la ciudad, aparte de un mayor costo, que se tenderá a buscar trabajo cerca de la vivienda, a conseguir matrículas en colegios cercanos y reorganizar la vida ciudadana en círculos geográficos más reducidos. Pequeñas ciudades anexadas y autosuficientes. Unica forma de mejorar la calidad de vida. O emigrar hacia una provincia, donde todavía no llega el progreso de este tipo y seguimos en una barbarie paradisíaca, en una suerte de “cautiverio feliz”.

Es probable que la especialidad de Psiquiatría vaya a ser la más demandada por los médicos en formación en el futuro y que aún así no logre dar abasto en el tratamiento de pacientes. No es fácil tratar a 5 millones de enfermos a la vez…

3 Respuestas a “Transantiago II: crónica de un caos anunciado.

  1. Ciro, tenemos claro que el sistema no puede ser peor, pero la Concertación tanto utilizó Transantiago para fanfarronear de su «legado» a la calidad de vida de la capital, que no queda más que culparlos de todo a ellos.

    A Lagos, por su pésima planificación, y a Bachelet, por irse de vacaciones.

    Invito a leer nuestro artículo
    Señores pasajeros, mi intención es molestarles

  2. Si prestan atención al último párrafo del artículo, hoy en la prensa aparece un informe de expertos que dice justamente lo mismo. Lo que se incluyó como comentario humorístico ha derivado en algo serio que los especialistas advierten como generador de consecuencias sociales impredescibles. El estrés crónico puede ser el inicio de conductas sociales desequilibradas y de mucha patología personal. El senador Navarro hoy también llama la atención públicamente sobre estos mismos hechos derivados del caos del Transantiago. Incluso advierte que el costo político podría hacer perder el gobierno a la Concertación si no se repara con prontitud este drama que afecta más a los más pobres. Claro está que si se arreglara rápido y en dos años más todo funcionara de maravillas, esta misma situación se volvería una llave maestra para asegurar el próximo gobierno concertacionista. Los chilenos tenenos muy mala memoria. Y hasta construirían una estatua de Zamorano. No me caben dudas al respecto.

  3. Afortunadamente ,los chilenos tenemos muy buena memoria…..pero no me voy a referir a ese tema, creo lo más práctico,es ayudar a correguir,lo que ya existe y está en marcha,los beneficios deben ser positivo. Que el transantiago funcione ,es una tarea de todos,.ayudemos que esto tenga exito..no! por el bién del partido político,o de la presidenta ,si no por el bien ciudadano,si no podemos construir con ideas,no destruyamos con críticas.

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