Parloteos pajariles: El país más surrealista: Chile.

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  • Tucón: ¡Hola mi pajarita! Veo que ya te repusiste de tus andanzas eleccionarias pasadas. Te vuelvo a ver fresquita y recién peinada.
  • Mayita: ¡Ay Tucón! La verdad es que cuesta reponerse después de tanta parafernalia. Fui a darme una vuelta a un lugar de votación, me paré en el techo para no llamar la atención, y observé gran afluencia de público. Al menos, grandes tumultos a eso de mediodía. Pensé: esta elección va a ser más activa y numerosa que todas las más recientes. Craso error, amigo mío, votó apenas el 47 % de los chilenos, menos de la mitad, como siempre. Hay medio Chile que no participa y no ejerce el único derecho irrefutable e inviolable que tienen todos los ciudadanos para manifestar su posición frente a la obligada política que los debe gobernar sí o sí, lo quieran o no, y decidir lo que más le conviene a cada uno. Entregan ese derecho a los otros que votan y que pueden no representar su verdadero interés. Más que surrealismo, lo considero una estupidez.
  • T.: Verdad. Pero las aglomeraciones se debieron a falta de orden y planificación del evento. Una caseta por mesa retrasaba enormemente el proceso, según me contaron. Y el tamaño exagerado de los votos hacía torpe y demoroso el proceso mismo de emitir la preferencia. No costaba nada hacer el proceso en dos días, por qué no.
  • M.: Lo que sí es surrealista y en grado superlativo, es el hecho que había un candidato que no estaba en Chile, que no estuvo nunca haciendo campaña presencial, que no participó en los debates, que hacía todo en manera virtual y a distancia desde Estados Unidos, ¡y salió tercero en las preferencias! Digno del mejor de los análisis, ya que algo significa detrás de esta insólita situación.
  • T.: Por eso te hablo de surrealismo. Aquel movimiento artístico que se desarrolló en Europa después de la Primera Guerra Mundial en el cual los protagonistas crearon imágenes oníricas, irreales, distorsionadas de la realidad, aunque técnicamente perfectas, aparentemente surgidas desde el subconsciente. Esta realidad desconcertante e ilógica fue revolucionaria en esa época.
  • M.: Si, y tan revolucionaria que se identificó después con la revolución comunista, cuando su creador, el escritor francés André Breton, se incorporó a esa concepción política. Claro, no hay nada más surrealista que el comunismo con sus utopías imposibles propias del onirismo y la fantasía, disfrazadas de realidades.
  • T.: Basta ver las pinturas de Miró, y especialmente las de Dalí, para darse cuenta qué es el surrealismo. Como esa del reloj que se derrite.
  • M.: Pero eso del candidato fantasma que fue Franco Parisi sobrepasa todo lo imaginable.
  • T.: No creas, los espectáculos ofrecidos por ciertos «honorables» al interior del Parlamento chileno, más cerca del circo que del trabajo legislativo, son también buenas expresiones de surrealismo. Aparición de brujas voladoras con capas moradas, faunos con alitas y hélices en la cabeza, corpóreos tipo Picachú en plenas sesiones, parecen sacados de los sueños más absurdos. Puro surrealismo…
  • M.: ¿Y qué me cuentas de esa Convención Constituyente? ¿Con enfermos imaginarios al más puro estilo de Molière? ¿O personajes que hablan diversas lenguas tipo Torres de Babel en discursos oficiales que casi nadie entiende? ¡Puro surrealismo!
  • T.: Amén de la trasformación del centro de Santiago en un bazar gigante al más puro estilo de Estambul…pero sin su historia ni la Santa Sofia, pero con la mayoría de sus olores…
  • M.: ¡Era tan lindo este país antes del 19.10.19! Posiblemente muchas cosas había que arreglar y suprimir algunos abusos, pero no hay necesidad de destruirlo todo para lograr esas mejoras. El millón y medio de inmigrantes que llegaron de golpe, engañados por políticas fantasiosas de que aquí iban a encontrar a la Virgen enrollada en un trapito, fueron también medidas surrealistas, lejanas a la realidad. Apenas nos podemos entre nosotros e íbamos a ser capaces de hacernos cargo de prácticamente un 10 % más de población de una. Y de pobres o arrancados de países que viven bajo gobiernos más surrealistas que el nuestro. Y ahora parece que quieren todos llegar a ser más pobres que ellos…¡el colmo del surrealismo! Te lo repito, una estupidez.
  • T.: ¡Te invito a volar hasta el cajón del Maipo! Vamos a disfrutar un rato de la brisa cordillerana, por acá Santiago se está volviendo cada día más tóxico. Vamos, sígueme…
  • M.: ¡Allá voy!

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