Frutillar: Eine kleine deutsche Ecke.

Hacía unos 20 años que no iba a Frutillar y me he encontrado con verdaderas sorpresas al recorrerlo ahora en primavera, lleno de flores, luminoso, activo y con una joya reluciente en el medio, como la gran gema de una corona imperial: el gran Teatro del Lago.

Conseguí unos días de descanso en el centro vacacional Punta Larga de la Caja de Compensación Los Andes, a 12 kilómetros del centro de Frutillar Bajo. Otro lugar digno de una mención especial. Cuidados jardines diseñados por una prestigiada paisajista, instalaciones de sobresaliente calidad que nada tienen que envidiar a complejos extranjeros muy publicitados en paquetes turísticos caros y una gastronomía casera capaz de dejar satisfecho al más exigente. Y los precios para los afiliados son fuera de toda competencia. Este es un aspecto no despreciable en el momento de evaluar unas buenas vacaciones. Y el complejo demuestra que no es necesario salir al extranjero para estar en un lugar de lujo en medio de una naturaleza desbordante, donde bosque, lago, volcanes y cielos siempre cambiantes se entremezclan para recrear la vista y calmar los espíritus. Frutillar se ha transformado en un crisol de la buena música y las artes. El nuevo Teatro del Lago ha servido para profesionalizar aquellos esfuerzos pioneros de antaño que lograron ir imponiendo un estilo y una mística especial en torno a la música seria. Y ganando voluntades para solidarizar con un proyecto que, al ir madurando, se fue metiendo en la idiosincracia local, en escuelas y círculos de desarrollo comunal, autoridades y bolsillos generosos. Las Semanas Musicales de Frutillar, bajo la tuición de la pianista y violonchelista Flora Inostroza, infatigable dama creadora de este evento, han pasado a ser uno de los encuentros musicales de más renombre en el país, atrayendo cada año una creciente atención desde el extranjero y extendiéndose a otras formas de arte. El nuevo Teatro del Lago es una maravilla arquitectónica y sede de un centro de actividades docentes sin parangón en el sur de Chile. Construido completamente de maderas nobles, muchas de ellas traídas especialmente de Alemania, Estados Unidos y Europa, tiene una acústica inmejorable y una belleza que impresiona. El concierto inaugural el 6 de noviembre de 2010, después de 12 años de construcción, abrió una nueva ruta en la aventura musical y educativa de nuestro país. Camino que ya había empezado a ser construido en 1856, cuando los colonos alemanes llegaron a esta bahía del lago y fundaron Frutillar. Junto a su esfuerzo colonizador estuvo siempre la música. El homeópata Jacob Junginger educó musicalmente a los jóvenes durante 40 años, creando el coro mixto «Liederkranz», mientras se despejaba la selva y se construían los diferentes asentamientos. Después Robert Dick, organista y director del Instiuto Alemán, invitó a Arturo Junge para que realizara en Frutillar sus encuentros corales, empezando a comprometer a la población para abrir sus casas a los músicos y aficionados que comenzaron a asistir a estos encuentros. Es así que surge la pianista Flora Inostroza, quien desarrolla una estrecha relación con la Fuerza Aérea de Chile y la Universidad de Chile para crear en 1979 la Corporación Cultural «Semanas Musicales de Frutillar», realizando un Festival de Verano que fue poco a poco ganando espacio e importancia. Todo este magno proyecto es iniciativa de privados con la colaboración de la Municipalidad. El empresario Guillermo Schiess y su familia fueron uno de los filántropos principales. En 1996 se incendia el Hotel Frutillar – que conociera en alguno de mis viajes anteriores y disfrutara en él su preciada cocina, contemplando la magnífica visión de los volcanes Ososrno y Calbuco -, y se logra el acuerdo de construir en sus terrenos un futuro teatro que pudiera albergar este festival musical y otra actividades.

Hoy el Teatro del Lago es un centro cultural de excepción. La visita guiada nos sorprende conociendo unas dependencias únicas en Chile y, tal vez, del mundo. Su programa anual incluye unas 250 funciones de las más variadas formas de música, danza y arte. En cada representación oficial destina 40 butacas docentes que son ofrecidas sin costo a los estudiantes de escuelas de Frutillar. Hasta la fecha, éstas superan las 20.000.

Quien conoce Alemania no extrañará el paisaje de los alrededores, con campos bien dibujados, pulcros y esa exactitud que distingue a los germanos. La estupenda cocina del Club Alemán, muy concurrido, permite compartir con residentes y visitantes en un ambiente internacional casi auténtico.

Es que Frutillar tiene un espíritu cultural especial que se nota en cada rincón, casa, albergue o en sus paisajes  de postales eternas. Si da la impresión que las Musas han escogido este lugar para pasar sus vacaciones, huyendo del invierno europeo. Y repartieron entre todos sus preciados dones.

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