Chichén Itzá: una aventura en tierra maya.

 

Llegar al parque arqueológico de Chichén Itzá fue toda una aventura. Estuvimos allí el 2001 durante unas prolongadas vacaciones en Yucatán, Belice y Guatemala tras las huellas del mundo maya. Después de visitar unas pequeñas ruinas en Isla Mujeres, en Cancún, nos fuimos a Chichén, con reservas en el Hotel Mayaland, a un costado del parque, con algunos vestigios mayas dentro de los terrenos del hotel y una magnífica vista lateral al «observatorio» desde el lobby. Impresionante, especialmente al atardecer.

Nos instalamos en el hotel a una hora cercana al espectáculo de luz y sonido que tiene lugar en una explanada desde donde se divisa la pirámide de Kukulkán y el Templo de los Guerreros que se iluminan durante la exposición. Nos autorizaron la entrada y gozamos del espectáculo sobrecogidos por la emoción de estar finalmente allí.

El número de agosto de 2007 de National Geographic en español trae una muy recomendable crónica sobre la cultura maya, con impresionantes fotos de muchos parques arqueológicos. La foto de Tikal en portada nos trae reminiscencias emotivas, pues estuvimos en la cima de esas mismas pirámides. De esa revista rescato una frase de los editores que grafica cabalmente la impresión de haber estado recorriendo esos lugares: «Con un fenómeno mediático fuera de serie, Chichén Itzá ahora es postulada para ser una de las nuevas siete maravillas del mundo…(la controversia se dirimió y logró ese galardón)…y sus ciudades hermanas son maravillas universales al margen de cualquier competencia».

La gran pirámide de Kukulkan o El Castillo, domina la explanada. Su estructura es imponente y fe construida en el periodo de mayor esplendor de la ciudad sobre otra anterior. Se puede acceder a ella y al interior del templo de la cúspide a través de un estrecho pasadizo en la piedra del costado oeste , llegando a un trono ceremonial en forma de jaguar con ojos de jade, que pude fotografiar con el flash en medio de la oscuridad casi absoluta de este estrecho pasadizo. No apto para quienes sufren de claustrofobia. Esta magnífica estructura es una de las más importantes de Yucatán y fue construida siguiendo las indicaciones del calendario maya, por eso se piensa que anunciaba las ceremonias anuales al dibujar la sombra del sol algunas simbologías en sus escaleras, como la figura de la serpiente emplumada (Kukulkan o Quetzacoatl) que se proyecta cada equinoccio (21 de marzo y 21 de septiembre) en la escalera de la cara norte que es rematada al pie con dos enormes cabezas de serpiente. La pirámide tiene 364 escalones y más el zócalo del templo superior cuadrangular hacen 365 pisos. Las nueve terrazas de cada lado de las escaleras representan las dimensiones del inframundo y las 18 resultantes por lado, los meses del calendario maya. Los 52 paneles de cada lado se refieren a los años de un ciclo de este calendario. Nada dejado al azar.

Entre los edificios restaurados llama la atención el del Juego de Pelota, «Pok-ta-pok», deporte ceremonial que consistía en dos equipos de 7 jugadores que debían introducir una pelota de caucho a través de un anillo de piedra ubicado en la parte media de las paredes de cada costado del campo. Sólo se podía emplear rodillas, caderas y codos para impulsar la pelota. Era un honor ser sacrificado al dios por parte del equipo ganador.

El Templo de los Guerreros, pirámide truncada de 12 metros de alto por 40 de ancho, alberga en el santuario de encima la tumba del Chaac Mool. El edificio está rodeado por la Plaza de las Mil Columnas, de casi 150 metros por lado, con columnatas labradas que semejan un ejército de soldados en un desfile triunfal.

Una estructura muy llamativa, casi simbólica de Chichén, es el llamado Observatorio o Caracol. Fue, probablemente, un lugar de observación astral y al estar parcialmente derruido ha tomado una forma redondeada de cúpula que le da un aspecto de observatorio astronómico moderno. Pero la construcción original era de terrazas circulares rematadas en un edificio rectangular. Una escalera de caracol interior daba acceso a sus pisos superiores.

La llamada Iglesia y el Convento de las Monjas son construcciones profusamente decoradas con mascarones del dios Chaac. Edificios bellísimos, recibieron este nombre por los exploradores que no encontraron otra denominacion mejor al compararlos con edificaciones semejantes conocidas por ellos en Europa.

Chichén Itzá significa en lengua maya «a la orilla del pozo donde viven los brujos del agua». Seguramente hacían referencia al Cenote Sagrado, pozo natural donde tenían lugar importantes ceremonias religiosas para aplacar al dios del inframundo. Se arrojaban objetos valiosos y en épocas posteriores, sacrificios humanos. Tiene 60 x 50 metros y unos 20 metros de profundidad , es de color verdoso a causa de algas y musgo que crece en sus verticales paredes de piedra.

Como estábamos alojados casi a las puertas del parque, pudimos entrar apenas fueron abiertas. Eso nos dio casi dos horas de libertad al interior antes que llegaran los innumerables buses con turistas que vienen desde Cancún y Mérida. Ellos invaden todo y consumen rápidamente el agua de los puestos de bebidas dispersos por el parque. Para recorrer todo con calma, tomar buenas fotografías y disfrutar plenamente esta aventura de ir descubriendo poco a poco los vestigios de esta maravillosa cultura, de la cual queda mucho por descubrir y que fuera tan duramente tratada por los conquistadores y evangelizadores europeos (ver entrada anterior sobre Maní), hay que tomarse todo el día. Desde las primeras horas con el sol en ascenso hasta después del espectáculo de luz y sonido al atardecer, cuando la luz del poniente tiñe de rojo los edificios dando un colorido nostálgico que recuerda una época de sacrificios y misterios.