La Sebastiana: el mirador de Neruda.

Una visita a Valparaíso no queda completa si uno no trepa por el cerro Florida y visita la casa-museo de Neruda La Sebastiana. Hoy se ha perfeccionado la estructura de este lugar y resulta muy grato recorrer las habitaciones donde el espíritu del vate se encuentra presente a través de un sinnúmero de artículos que conformaban el mobiliario y ornato de la vivienda.Ya llegar es una especie de aventura, porque no hay señalización adecuada en el plano de la ciudad que oriente a los turistas. Al menos en lugares fáciles de observar desde la perspectiva de un conductor. Hay que preguntar. Sólo al llegar a la Avenida Alemania, subiendo por Ecuador, se encuentran pequeños letreros anunciando la casa de Neruda. Esto es algo penoso, pues el lugar es muy demandado por los turistas extranjeros. De hecho, este fenómeno ha desarrollado toda una feria de suvenires alrededor del museo, que cierran justo con el cierre de la casa, lo cual significa que ya nadie circula por este lugar cuando la hora de visitas ha terminado.

Es perfectamente comprensible por qué el poeta se enamoró de este lugar. La vista sobre el puerto es sencillamente majestuosa, como en el vuelo de un pájaro. Y la casa tiene ventanales amplios y panorámicos que dan la impresión de volar. Los ambientes están bien preservados, con objetos curiosos que Neruda recogía de los lugares por donde viajaba. Era un coleccionista curioso y cada cosa tiene una significación poética o simbólica. Está bien explicada en la guía electrónica que se entrega a la entrada y permite seguir la visita guiada con comentarios atingentes e ilustrativos. Al estar preparada en varios idiomas, constituye un avance definitivo en la visita al museo, poniéndolo a nivel internacional. Y es muy necesaria, pues son muchos los detalles dignos de admirar en la colección de objetos y decorado, amén de la historia de la casa, sus orígenes y el por qué de su nombre. Se trató de un antiguo proyecto de un ciudadano español, Sebastián Collado, quien falleció en 1949 y dejó la casa en obra gruesa. La descubrieron las amigas Sara Vial y Marie Martner, a quienes Neruda había encargado le encontraran una vivienda en Valparaíso, pues quería salir de la capital. El poeta quedó encantado del lugar y empezó su transformación. Pero como la encontró muy grande la compró en medias con la escultora Marie Martner y su marido, el médico Francisco Velasco. Neruda se quedó con los pisos tercero, cuarto y de la torre. Los Velasco – Martner con el subterráneo, el patio y los dos primeros pisos. «Salí pediendo – decía Neruda en broma – compré puras escaleras y terrazas». Pero, la verdad, es que la vista de ellas es insuperable. Por eso la bautizó «La Sebastiana», en honor de su primer dueño y constructor. Más tarde, en 1991, fue restaurada gracias al apoyo de Telefónica de España, permitiendo la adquisición de la parte perteneciente al matrimonio Velasco Martner y construyendo el Centro Cultural.

No es posible tomar fotos en el interior de la casa. Por eso sólo hay vistas hacia afuera, desde las ventanas. Como las veía Neruda.

En la vecina placita Mena el vate comparte con Vicente Huidobro y la gran Gabriela en una interminable tertulia  de bronce .

Deja un comentario